Jóvenes formados para la vida

En la realidad actual de los estudiantes universitarios es muy notorio que los mismos vivan en un constante desafío para perseverar en su formación personal y profesional, siendo este un mundo tan convulsionado.

Hoy más que nunca se requiere que esta generación comulgue con valores éticos y morales que se traduzcan en las herramientas para hacer frente a los problemas más comunes que los aquejan y afectan de manera directa e indirecta el desarrollo de su formación.

La descomposición de la familia, la ansiedad, la depresión, el bullying, el alto consumo y estimulación proveniente de las pantallas, entre otros, son parte del flagelo que se infunde como una creciente amenaza para nuestros educandos, y lo que, a mi juicio, los motiva en muchas oportunidades a declinar en sus aspiraciones y metas.

En tal sentido, los procesos educativos deben adaptarse a los nuevos tiempos y garantizar una educación para la vida tal como la expresa Moreno Álvarez y Cardoso (2001): “La educación en valores constituye un elemento fundamental para el autoconocimiento y para una óptima integración social y profesional del individuo. Esto implica aprender a ser, aprender a respetar, aprender a valorar, y a prender a aprender”.

Es común ver jóvenes con altas capacidades cognitivas y dotados de grandes talentos, sin embargo, esto no es suficiente para alcanzar el éxito personal. Consolidar el pensamiento crítico puede convertirse en una herramienta poderosa para reflexionar, cuestionar y entender los constantes cambios del mundo actual en los aspectos cotidianos, del mismo modo la resiliencia garantiza en el individuo que pueda afrontar las diversas situaciones ante los ambientes desfavorables o agentes perturbadores.

La Unesco sobre la educación expresa: “La educación es un derecho humano fundamental que permite sacar a los hombres y las mujeres de la pobreza, superar las desigualdades y garantizar un desarrollo sostenible”, es por ello que es de vital importancia que los jóvenes puedan ingresar a los programas educativos formales y del mismo modo vincularse con disciplinas que complementen su formación integral, reconozcan importancia de la constancia, el trabajo en equipo y la actitud ante el triunfo o la derrota que se practica a través del deporte.

Mientras que J Panduro Silva 2020 expresa: “Las actividades deportivas son de mucha importancia para los adolescentes porque proporciona beneficios psicológicos, físicos, sociales y de salud, todo lo cual le permitirá gozar de una vida plena y tener una mejor relación con sus pares y con el resto de las personas”. De igual manera la interacción con el arte promueve valores inherentes a la sensibilidad humana como lo manifiesta el maestro José Antonio Abreu en unos de sus célebres pensamientos: “Frente a la crisis espiritual, el arte brinda una herramienta luminosa”.

Definitivamente, es un momento propicio para que los jóvenes demuestren ante el mundo la maravilla de sus talentos y lo más sublime de sus deseos de cambio, aunque existan peligros que los inviten a claudicar y las condiciones sean adversas, es posible perseverar en sus objetivos.

Es emocionante ver como cada día salen a la luz historias heroicas y sorprendentes de jóvenes que han desafiado, con sus éxitos, a los sistemas de antivalores que se han instalado en la sociedad. Son fuente de inspiración para las generaciones futuras y se convierten en banderas de esperanza de un futuro mejor. Los jóvenes son el motor y la alegría de los pueblos de mundo.

Ángel Caro, profesor de música del Instituto Universitario de Tecnología Agroindustrial.

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